No pude dormir", contesta una de las jugadoras ante la pregunta que intenta romper el hielo en un ascensor de hotel que transita silencio. La bronca por la eliminación ante Australia en cuartos de final se masticó toda la noche, pero siguen sin digerirla. En el cuerpo técnico también es posible ver caras de desazón. ¿Cómo fue que el equipo llegó inmaduro al Mundial ? ¿Por qué tardó tanto en reaccionar y encontrar su verdadero juego? Bueno, esa enumeración de explicaciones surgirán de la autocrítica que debe hacer cada uno desde su rol con respecto a lo que sucedió en la etapa previa. Pero ahora el foco debe estar en el futuro.
Repasar los errores para no repetirlos es lo indicado. Superarse como equipo y aprender de cada situación adversa, también. El balance de este Mundial de Londres queda en el medio de la planificación de Agustín Corradini , que tiene contrato hasta Tokio 2020 y donde considera que se verá el punto más alto de este plantel.
El entrenador cree en los proyectos que logran establecer bases con la repetición del entrenamiento y el rodaje en torneos internacionales. La única forma de ganar esa experiencia es a medida que pasa el tiempo. Su ideal es un proceso de seis años (Holanda, por ejemplo tiene a Alyson Annan desde 2014), pero como mínimo considera que un técnico debe permanecer en su lugar un ciclo mundialista u olímpico, cuatro años: nada de lo que sucedió en las últimas seis temporadas de las Leonas, donde pasaron seis entrenadores. No es una utopía, o no debería serlo, pero la exigencia dirigencial ante la necesidad de resultados positivos -y las preferencias de cada nuevo presidente al asumir- no permite el aprendizaje y crecimiento gradual de un seleccionado.
De este plantel, joven por cierto, con un promedio de 25 años, hay pocas jugadoras que pueden ausentarse en la cita olímpica que las espera en Japón. Las más grandes son la defensora Noel Barrionuevo (34) y las arqueras Belén Succi (32) y Florencia Mutio (33). Succi, actual capitana y líder del grupo, tiene todas las intenciones de llegar, aunque sabe que ser madre y deportista de alto rendimiento son oficios que pueden convivir, pero combinados resultan desgastantes. La guardiana del arco tuvo su crisis después del 7° puesto de Río, pero decidió quedarse para ver resurgir a las Leonas. Y a pesar de haber visto asomado el espíritu y la actitud que reclamaba, se fue con angustia de la cancha. Tal vez eso pese a la hora de decidir.
La camada que le sigue es la de Delfino Merino, Martina Cavallero, y Rocío Sánchez Moccia, parte de las que vivieron también los últimos vaivenes de la conducción, lo que les generó mucha incomodidad. El trío tiene pensado jugar en el exterior la segunda parte de la temporada. Después de eso habrá tiempo para reincorporarse a los entrenamientos de la Argentina y esperar la siguiente competencia.
Los torneos que quedan en el medio hasta 2020, el Champions Trophy a fin de año en China y la Pro League que debutará como formato en 2019, servirán como para afianzar al grupo de cara al objetivo mayor. Ahí es donde las más pequeñas como Alonso, Donati, Trinchinetti, y Jankunas, entre otras, podrán ganar seguridad y terminar su etapa de maduración.
Si todo sigue en su riel, para Tokio 2020 este equipo estará domado y habrá llegado a la cima de su rendimiento; al menos, eso proponen desde el cuerpo técnico. Será en Asia donde podrán demostrar desde un primer momento todo lo que sumaron como experiencia: el 7° puesto de Río, y la partida en cuartos de Londres.
La diferencia entre estos dos últimos resultados en competencias mayores es la lectura principal. En el Mundial de Londres, a la Argentina le faltó tiempo; en Brasil, le faltó de todo. Como dato, el miércoles, las Leonas brindaron más de 35 entrevistas después de haber sido eliminadas. Tenían la seguridad de haber merecido la clasificación y tenían que contarlo.
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